miércoles, 3 de septiembre de 2014

El bolso, la bolsa y la bolsita

'Piiiiiiip piiiiiiip'

La puerta blindada no se abre.

'Por favor, deposite los objetos metálicos en los compartimentos de la entrada'

'¿Qué objetos metálicos? No llevo nada metálico'.

La mujer se cachea a sí misma.

'Tal vez los anillos', sugiere su acompañante. 'Más los pendientes y las pulseras... Y las hebillas de los zapatos' La mujer lo mira con incredulidad. Bah. Lo intenta otra vez.

'Piiiiiiip piiiiiiip'

'Por favor, deposite los objetos metálicos en los compartimentos de la entrada'

La mujer suspira. Se quita el collar, los anillos y el reloj de pulsera y los guarda en el bolso. Seguidamente, mete el bolso en la caja fuerte de la entrada, la cierra y se guarda la llave. La puerta blindada se abre.

La mujer y su acompañante entran en las oficinas del banco y se detienen. Miran en todas direcciones. Algo raro sucede. No hay cola ante el mostrador de la caja. ¿Se habrá declarado una alarma nuclear, y ellos no se han enterado?

'Qué se le ofrece', dice entre dientes el empleado de la caja, sin apartar la vista de su smartphone.

'Quiero cambiar este billete de 500 euros. No me lo aceptan en ningún sitio'

El empleado mira a la pareja con desconfianza. Luego recoge el billete y lo examina al trasluz.

'Lo siento. No cambiamos billetes de 500'

'Me lo dieron ustedes la semana pasada'

El empleado menea la cabeza, displicente. No hay nada que hacer. La mujer y su acompañante, con gesto contrariado, salen de nuevo al recibidor de la sucursal. Ella abre la puerta de la caja fuerte.

'¿Qué ha pasado aquí? El bolso ha desaparecido'

'No puede ser'. El hombre mira en el interior de la caja fuerte y comprueba que el bolso ya no está.

Vuelven a entrar en la sucursal. Pero ahora sí hay cola. La habitual.

Veinticinco minutos después, el mismo empleado de la caja termina una conversación inacabable centrada en unos pagos a un proveedor, un resfriado, la crónica de un viaje a Alicante y una discusión sobre cierto trámite que se ha retrasado. Bueno, sólo seis semanas. Es que había un compañero que estaba de vacaciones...

'Usted dirá', dice por fin el cajero, cuando el cliente pelmazo abandona la cola.

'He dejado mi bolso a la entrada y ya no está'

El empleado carraspea.

'Es que ha tardado usted menos de lo previsto en hacer la gestión. Como no había cola...', argumenta con una sonrisa justificativa.

'¿Qué quiere decir?'

'No se preocupe. Su bolso no corre ningún peligro. Se lo devolveremos'

'Entonces ¿lo tiene el banco? ¿Y qué ha hecho con él?'

'¡Ehem! Pues... lo ha prestado'

'¿Que el banco ha prestado mi bolso? ¿A quién? ¿Por qué?'

'La ley de activos bancarios de 1978 autoriza al banco a prestar cualquier activo depositado en sus oficinas. Hasta un máximo del 90%'

'¿Cómo? ¡Pero mi bolso no es un activo bancario!'

'Usted misma lo ha depositado. En este banco. Si la cola hubiera tardado lo habitual, usted no habría necesitado su bolso hasta las dos de la tarde. ¿Qué sentido tiene dejar un bolso inutilizado durante tanto tiempo?'

'¡Pero el bolso es mío, y puedo hacer con él lo que me dé la gana! Yo no se lo he dejado al banco para que lo preste, sino para que me lo guarde'

'De eso no tenga duda. Su bolso está a buen recaudo. Además, la ley de protección del consumidor de 1984 le garantiza a usted el contenido íntegro de su bolso (hasta un máximo de 100 gramos). De verdad, no tiene por qué preocuparse'

'Si me lo estuvieran guardando me lo habrían devuelto. Lo que el banco está haciendo es ganar dinero a costa de mi bolso'

'Sólo si usted no lo usa. Y a un tipo de interés módico. Los créditos del mercado interbancario son a muy corto plazo. Yo que usted no me inquietaría. Espere hasta las dos de la tarde y recuperará su bolso intacto'

La mujer y su acompañante, enfadadísimos, se sientan a esperar. A las dos en punto, ella se asoma al mostrador y exige: 'Son las dos. ¡Mi bolso!'

El cajero sonríe de oreja a oreja, nerviosamente.

'El caso es que... no tenemos su bolso todavía'

'¿No me dijo usted hace dos horas que...?'

'Sí, sí. Es lo habitual. Pero ha habido una incidencia. La devolución estaba prevista para las dos, pero entre tanto el índice de morosidad ha aumentado más de lo previsto'

'No entiendo. ¿Qué me quiere decir con eso?'

'Su bolso ha sido prestado a otra entidad bancaria, pero el acreedor lo ha securitizado.

'¿Securitizado? ¿Qué es eso?'

'El banco acreedor tampoco tiene ya su bolso. Lo ha prestado a otra entidad bancaria. Ya sabe, la ley de 1978...'

'Pero ¡¿me quiere decir de una vez lo que han hecho con mi bolso?!'

'Déjeme explicarle. A cambio del préstamo, el banco acreedor ha recibido un documento acreditativo. Pero después de recalcular el nivel de riesgo han decidido estructurar el pasivo. En otras palabras, han juntado todos los préstamos como el de su bolso en un paquete de acciones y han vendido las acciones en el mercado internacional'

'¿Qué? ¡Sinvergüenzas! ¡Mi bolso!'

'Pero no se apure. Le podemos vender un número de acciones exactamente equivalentes al valor de su bolso. Puede ser un buen negocio. La Reserva Federal ha inyectado 4 billones de dólares en el mercado, y la bolsa está por las nubes. En máximos históricos'

'¡¡¡€~¬@#€¬\~#$%&/!!!'  [irreproducible]

'Naturalmente, le descontaremos una pequeña comisión. Ande, deme sus datos y le compro yo mismo las acciones. Ah. Y tenga presente que las acciones son un producto de alto riesgo, y su valor puede subir o bajar a lo largo del tiempo. El comportamiento de las acciones en el pasado no es garantía de su comportamiento futuro. Aquí tiene. ¡Enhorabuena! ¡Ya es usted accionista de Crapbank!'

La mujer se encoge de hombros y recoge el justificante que le tiende el cajero. Al fin y al cabo, todo lo que contenía el bolso era una bolsita de plástico con el excremento de su perro, que no había tenido tiempo de tirar a la papelera. Con un poco de suerte, aquellas acciones que le acaban de vender valdrán más.

'Pero ¿y tus joyas?', exclama su acompañante.

La mujer guarda las acciones en el escote de su blusa.

'Bah. Eran de hojalata'


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